martes, 22 de noviembre de 2011

Sino circense

Te dirás niña tonta y arañarás rostro y paredes por haber dejado que ocurriera, por haber dado lugar a lo que llamarás traición, que juras no volver a hacerlo nunca pero sabes que volverías y volverás porque  necesitas paliar la soledad de esta espera que poco a poco te corroe por dentro como el mejor de tus filtros de bruja velada.

domingo, 20 de noviembre de 2011

Contaminación

No puede ocurrirnos nada de improviso porque ya hemos agotado cada futurible al infinito:  encuentros y roces que estallan en el momento álgido de esa canción, engranajes que de pronto encajan conversando en un garito. Hasta los tropiezos y caídas tienen en nuestra cabeza un rostro sin rasgos y una voz sin matices pero tienen rostro y voz; y sólo porque ya ha ocurrido en las ficciones engendradas y sólo por eso es menos probable por no decir imposible que ocurra y si ocurre no tendrá la magia de lo inesperado porque ya tenemos impresos a fuego los esquemas de actuación, los patrones, los roles y hasta los diálogos.
Lo hemos visto y leído tantas veces que sólo nos resta elegir una mejor banda sonora.

martes, 15 de noviembre de 2011

Noviembre será más cruel

Hace casi un año que vino dice que a verme y ya no siento nada al ver fotografías en las que sostiene a otra entre sus brazos de arena, porque yo siempre fui otra para aquel arquero tártaro y nunca fui más que esa isla en la que recalar, Madrid y habitaciones y noches que caen como gritos ahogados y nieva de pronto y vuelve áspera la piel pero ya no es ni será nunca lo mismo o quizá ni siquiera lo fue. Nunca. 
Aún no hace el suficiente frío para que apriete los dientes. 
Y ya no quedan Genets, ni rosas, ni efectos placebo: solo crujir de cristales. 
El fondo no es tan amargo.


jueves, 3 de noviembre de 2011

Impulsos

Patosa, me llamaste, cuando el salto me enredó los pies en el esparto.
No lo soy ya tanto si sólo sujeto un extremo de la cuerda. 

Suelto. 

¡Hop! Tú, ¡arriba! 
¡Baila!

[es]Red

Necesitamos una red que nos reúna y nos atrape a la vez en el mismo sitio, [puesto que] estamos solos, dando tumbos, wandering stars como aquella canción de los noventa, y esto provoca que, en la soledad funcional de nuestros cuartos funcionales, regidos por esas sombras que no queremos conocer que nos preguntan [o no] si nos ha ido bien el día y que se quedan sin respuesta, en medio de esa soledad conectemos nuestros dedos a la red y juguemos a ser y hagamos como que estamos viviendo todos juntos [todos: cualquiera que nos conozca. Cualquiera al que le suene nuestro nombre] en el paraíso de las fotografías de borrachera. Y el silencio de nuestras mesas [como] de hotel se rompe con la música y las risas de los otros, que entran en ellas para hacernos creer que no estamos tan solos como en los cuadros de Hopper. Pero lo estamos. Más aún.