domingo, 30 de enero de 2011

Ella [altera]

Esa amante con la que engañar a las parejas de improviso estables, equilibrio y hogar,

 Girl I want you.

no está hecha para ocasiones.

De amargor [es], éxtasis, [de] canonizaciones estéticas.

Sólo […], por favor.

Las fotografías [memoria, marco, red] de las parejas [sonrisas, otoño, catedrales con suerte] provocan preguntas sin motivos:

cuántas y sobre todo, cuáles de aquellas mitades que juegan a ser amantes en locus amoenus [sin cuchillas, sin sangre, sin frutas prohibidas] habrán renunciado, al menos de palabra, a la literatura.


Con la boca pequeña, también me pregunto si un otoño se repite.

 She's not there.

lunes, 24 de enero de 2011

Sobre piel

Somos (con frecuencias relativas) lo que dejemos que nos impregnen los otros en la carne dulce, tibia, tierna.


Madrid, octubre 2010. Fotografía: J. J. Martínez Palacín y Leila Amat.





-No sé cómo podías estar tan envenenada.

(enero, 2011).

sábado, 22 de enero de 2011

Exhalación (II): la violencia en el relato

-¿Qué te parece?

-Que es como hacer gastronomía de vanguardia con la carnaza del telediario. El sabor no está conseguido por los materiales, pero da el pego. Y tus lectores se la van a tragar igual aunque digan que qué duro, que qué pena de niño soldado, qué pena de putita de doce años con ese cerdo gruñéndole encima, etcétera. Que eres el sobrino favorito y lo vas a seguir siendo aunque tus personajes ahora se estrangulen en vez de hacer el amor a la manera de los dioses.

-...

-Es sólo una opinión, no me mires así. Claro, que otra historia sería si, por ejemplo, en vez de esa imagen tan evocadora de la bella y la bestia, les cuentas lo asquerosa que sabía la polla de ese primer tío que la reventó por dentro. Total, a estas alturas, no nos van a dejar sin postre, ¿no?

jueves, 13 de enero de 2011

Con tacto (II): asperezas

No tengas miedo, tonta. No te escondas, anda. Siéntate aquí. Raspo, ¿eh? Ssshh. Ven aquí. La mano, más suave. Así. Muy bien. Lo estás haciendo estupendamente. Tranquila... muy bien. Pero no llores. Eh, ¿qué pasa ahora? Tranquila, mi niña. Ssshh. Así. Mejor. ¿Ves qué bien?

Ahora sé buena y dame un beso.

Te dejo cerrado. Hasta mañana. Y que duermas bien.


martes, 4 de enero de 2011

Creación colectiva y plurales mayestáticos (qué vergüenza)

Cuando ya ha pasado el tiempo suficiente [el tiempo de duelo] para que lo que sea de que queramos hablar esté muerto, enterrado y reseco, ordenamos las acciones en secuencias de actos que [en parte] nos justifiquen: hicimos aquello porque era necesario para que ocurriera esto, etcétera; y está bien, es gratificante saber que todo aquello ocurrió para llegar a donde estamos ahora, que fue necesario convertirse en una noctífaga hija de puta capaz de morder a su propia madre para ahora ir sonriente cada mañana al trabajo.

Tranquiliza pensar que todo tiene una razón a posteriori, que vamos en la dirección correcta hacia un cierre perfecto de anagnórisis en el que reírse de todo esto.


Siempre que todo esto, claro, no venga a ser una estructura circular sin tiempo ni espacio, condenada a repetirse y repetirse y repetirse en una noche que puede palparse en sus coordenadas ciegas. Y entonces, vamos a ver cómo salimos de aquí.