martes, 31 de mayo de 2011

Noticia

Leila Amat. Alcalá de Henares, abril 2011.




 
Abrimos los ojos con su velo enredado en las pestañas. Plegadas, no las vemos. 
Es muy difícil ahogarlas. 

domingo, 22 de mayo de 2011

Sol de mayo.

Somos (en ocasiones que sorprenden) lo que elegimos que nos represente. A falta de algo mejor.

Lau. Madrid, Sol. Mayo de 2011.

sábado, 21 de mayo de 2011

Que no nos hagan el avión

Siempre se las han ingeniado para que tragáramos. Nos han cambiado el plato, nos han puesto sal, pimienta o sombrillitas de colores. Pero ya no somos niños. Ni tenemos, pese a todos sus esfuerzos, un solo pelo de tontos.
No vamos a enrabietarnos, ni a chillar, ni a tirar la cuchara. Simplemente nos vamos a sentar, con la boca sellada, y a negar con la cabeza ante esas sonrisas que se les van a quedar frías.
Nos dirán que muy bien, que si no lo queremos, nos lo guardan para la merienda, o para la cena, o para el desayuno de mañana.
Pero saben que por mucho que intenten conservarlo, terminará apestando a podrido. Y hasta ellos tendrán que admitir que esto no hay quien se lo trague. Ya no.

sábado, 14 de mayo de 2011

S.O.S. (casi) por cinco

Ya no sé qué hacer con las voces de mi cabeza. No es que me hayan invadido las músicas del festival del pasado fin de semana, que por cierto, me ha sentado de vicio. De hecho, escribiría una (otra) crónica a frases cortitas y descriptivas de no ser porque no estoy segura de si se sigue llevando el name-dropping, por lo que antes de empezar a citar grupos y versos de Patti Smith dedicados a Bolaño (y emocionándome por el camino y por accidente) me paso al valor seguro del discurso vacío. Sin quitarme la pulsera, eso sí. 
El caso es que no paro de preguntarme qué va a haber después, si es que hay un después. Si no estaré ya muy quemada de los gorjeos ininteligibles de mis veinte (y casi únicas, pobrecitas) compañeras de Vladivostok, del discurso a veces difícilmente inteligible que me interrumpen o de quejarme de que me interrumpan, si total, parece que a nadie le importan un carajo la filología o las formas cuando el sillón del despacho es reclinable y la libertad de cátedra permite llenar una clase de eminencias para una masturbación colectiva en honor a un amiguete difunto.
Que conste que no me disgusta el voyeurismo. Pero en ocasiones preferiría hacer cosas, aunque sea algo tan tonto y tan poco valorado como aprender a diseccionar un texto a ver si con suerte, esas otras voces galvanizadas me ayudan, si no a saber qué va a haber después, sí a sentirme como después de un festival: más viva.
Yo ya me callo. Que hablen (y se entiendan), si es que pueden, entre ellas.
  

domingo, 1 de mayo de 2011

[Es] toques de abril

Contar de historias lunares [volando entre vilanos]

a los ojos de los otros:

Voces [hace tiempo que no] niñas

y esa crueldad de marfil.



Se disipa el otogomo


[Qué pensaría mi dentista].