miércoles, 8 de febrero de 2012

Y pensar que no escribí un solo verso a tu lado

Aquellos domingos de paseos inciertos, una sola calle, la gente, los puestos y nunca ni un céntimo para emborracharnos. Nos condenábamos tardes a la lucidez de veinte años. Nos batíamos a muerte por cada palabra y a manos desnudas [callos y frialdades] irritándonos pieles y gargantas, galvanizándonos [a veces] a besos y sin creernos del todo lo nuestro, descosíamos sueños.

 [Cómo ha pasado el tiempo].

Y después de armarnos, de doblar sudarios, de los guantes largos, del café más negro [después de tantos años] es el eco de tus pasos de invierno lo único que en una tarde de domingo en la calle [cárcel] permanece vivo.

Quizá es porque entonces salía sin coraza y no me dejabas ponerme los guantes.

[Cómo ha pasado el tiempo].

2 comentarios:

Yeka dijo...

Viendo hacia atras el tiempo se ve distinto...saludos.

Canichu, el espía del bar dijo...

:)