martes, 24 de enero de 2012

Animalitos curiosos

 Ahora que ha pasado el tiempo [blasfemias y maldiciones] pienso en ti como un cervato acurrucado en mi regazo aquella noche tan rara en que te prendí de incendio la mirada y las pestañas; y [no mucho] después cuando quisiste [sin palabras] bajarte de allí culpable arañaste con torpeza la epidermis de mi orgullo. No soy capaz de llorar cuando la herida es tan leve, cuando nunca desnudamos de miel nuestras palabras ni arrancamos a tirones pieles, gestos y temblores; y eso me recuerda, cuando revelo aquellas noches, que siempre preferí, por calor, tibieza y riesgo, buscar miradas de lobos.

5 comentarios:

Cervato dijo...

Realmente no sé qué necesidad tienes de incendiar a los pocos animalitos que quieres. Y no en una noche, sino paulatinamente, cuando y donde te desahogue. Yo también sé encender cerillas, pero no me compensa hacerlo (emocionalmente hablando) de manera sofisticada. Tampoco me apetece explicar por qué algunos somos enfermizamente queroseno. Ahora me siento como Milka cuando estuvo a punto de atropellarla una moto, que no me apetece ni verlas por mucho ruido que hagan.

Yeka dijo...

´Tal vez tenga que ver con mis momentos, pero detrás de este texto veo una capa de dulzura...
Aún me cuesta a costumbrarme a tu nombre actual Doxa Grey.

Doxa Grey dijo...

Cervato: me he perdido entre rencor y anacoluto. Si reformulas el comentario a lo mejor me entero un poco. ¡Gracias!

Yeka: la hay, efectivamente. No vamos a ser todo bilis! ;).
Gracias por comentar pese a los cambios de identidad. Un beso.

Miss. S. dijo...

El problema es cuando los lobos te devuelven la mirada... El texto es precioso.

Hazel dijo...

^_^

Me recuerda a la forma que tenía de expresar ciertas ideas a mis tempranos 20. Ains... ^_^