lunes, 10 de octubre de 2011

La simpatía de los dátiles

Irse [ “oye, ¿has...? no, ¿y tú?”] de un bar acelerando el paso, reír a carcajadas en el patio y sin cuartel antes de entrar a un concierto, le poinçonneur des lilas se enciende un pitillo y aquí no hay nadie que tenga esa mirada de recelo.

Y entre nubes de humo blanco, cerveza y cristal en plena calle [desnudando el otoño con fotografías] recitar por qué no a Benedetti o un tratado [en] chino de jardinería, laten los labios vámonos, vino y especias y risas y una pirueta en el aire que trae y arrastra hojas caídas.

Resultó que ya sabía volar.