0'5. Aquel verano de locos.
Le acariciaba la piel de una mejilla que había mordido la noche anterior como se muerde una fruta prohibida, tan poético, tan típico; le acariciaba la piel hollada por sus besos y sus risas, y ya era hora de irse y lo sabían como lo habían sabido siempre pero fue entonces cuando dejaron morir el caudal de las palabras, poco a poco; y fue entonces cuando ella se dio cuenta de cuánto echaría de menos el mar y un otoño que aún no había llegado.
1 comentario:
Tan breve como fuerte.
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