martes, 30 de marzo de 2010
Favoritismo
Como tantas otras propuestas participativas, me picó la curiosidad a la vez que me dio ganas de lucirme. Y es que no sé por qué pero al final todo el mundo acaba salvando palabras o excesivamente barrocas o muy comunes: uno termina votando palabras como vida o retorcimientos de lengua como metempsicosis.
Así que frente a la pantalla, con cara de concentración y mentalidad de crítica pedante, se me ocurrieron catafalco, nefasto, estilográfica, lúgubre, ulular, deleznable, prestidigitador, casquivana y vitriólico. Me encantan, todas ellas, por una u otra razón que tiene que ver con mi pasado, mi tremendismo y mis ganas de hacerme notar allá donde voy (me sé de uno que me llamaría deletérea, que también me gusta, por cierto).
Me di cuenta, de tanto dar vueltas a las sílabas, de que sólo podía explicar una, que no es tan tremendista como la primera, ni tan rimbombante como el resto, y que es saudade. Porque parece tan extranjera que pensé que no vendría en el diccionario. Y sólo una palabra que no parece propia puede definir algo como.... bueno, como la saudade.
lunes, 29 de marzo de 2010
El mundo sigue sin nosotros y no, no es nada personal
Aún con la resaca de la noche de los teatros (ambigú, cava, vestuario y atrezzo, tequila y desajuste horario), el domingo a mediodía me agencio un sombrero y me desperezo al sol. Dejo que pasen las horas. Se me ocurre que me podría quedar así, sentada, disfrutando del domingo mientras el mundo avanza y el tiempo, aunque parece detenerse en una tarde, continúa llevándoselo todo y a veces, la clave está precisamente en admitirlo, en convivir con la pereza y con el impulso de empuñar el bolígrafo a ver qué sale de ahí, sin la pretensión de hacer algo trascendente pero a la vez, con el acicate de saber que hay algo más aparte del sol traicionero de marzo, que existen las mañanas de domingo y que a todos, de vez en cuando (pero muy de vez en cuando) nos llega la suerte en forma de tibieza.
domingo, 21 de marzo de 2010
Aún es 21 de marzo
Podemos hablar de caballos, tigres, fresas, azules, cerezas, lluvia y jazz, o de blues, vino y espejos, de la lluvia en la ciudad (París mucho mejor siempre); podemos vivir en los nombres y vomitar sobre adjetivos, y en un alarde de ingenio siempre puedes marcar su número y cuando conteste, decir felicidades, porque sí, como un romántico, como un ingenuo. Qué bonito.
sábado, 20 de marzo de 2010
Inspiración (II)
Ejemplo de argumento de una novela original:
"Una estudiante que, para huir en parte de un entorno sobreprotector y en parte guiada por su insaciable curiosidad, aprovecha una beca para estudiar varios meses en un país extraño: con una estructura de relato iniciático, va narrando sus experiencias: desde unos comienzos que debido a los choques culturales resultan casi traumáticos (aunque divertidos para el lector, por lo reconocible de las situaciones), un novio (personaje oponente) que la deja después de varias tensiones relacionadas con su nueva vida y en definitiva de los cambios (la distancia y las distintas velocidades de sus tiempos); a esa amalgama de clases, fiestas, drogas, amistades, polvos, interculturalismo, etcétera, etcétera. Finalmente se va aunque no nos dice adónde. Un ejemplo de diálogo final sería más o menos del tipo (en una azotea, la protagonista y el auxiliar exhalan humo a la última noche de la protagonista en el país): “-¿no vuelves a casa?” “-una vez leí que el hogar no es un sitio”. La protagonista haría aquí un guiño a ese otro personaje auxiliar que ha conocido y con quien ha tenido sus roces hasta que con eso de la partida y tal terminan mostrando esa complicidad que implica al lector-espectador, que sonríe melancólico, cierra el libro y automáticamente, lo olvida."
Novelas (y noveles) sin fecha de caducidad, Hostal Proust Ediciones, 2008
Me voy al supermercado.
miércoles, 17 de marzo de 2010
Irrumpir interrumpiendo o me explico bastante mal
El otro día pensaba que la única forma de parecerse a los de antes es morirse de hambre en el intento de vivir de la literatura.
lunes, 15 de marzo de 2010
Un par de horas con M., un par de días después
Empecé tres novelas tuyas, acabé dos, me gustó una y media, y ya sé que no te importa, como tampoco te importa que ahora mismo todo el mundo hable bien de ti, de tus novelas, de tu Castilla, de tu afición a la caza y de tu milana bonita, y tampoco te importa que ahora arrecien homenajes y ediciones en tapa dura.
Si no fuera porque creo que no hay nada después, diría eso de que nos espere muchos años, aunque algo me dice que no iríamos a parar al mismo sitio. No me caes, no me caíste nunca bien y estoy harta de que se hable de ti en todas partes sólo porque te ha dado por morirte. Por suerte se les pasará en un par de días, porque la literatura, la de verdad (eso lo reconozco, lo tuyo sí era literatura, a diferencia de lo que se hace ahora) sólo interesa si alguno la diña. Quién sabe, puede que sólo por eso ahora me dé por leerte: porque veré en las librerías, en la paradójica sección de novedades, algo que merece la pena, aunque no me cayeras nunca bien.
martes, 2 de marzo de 2010
En un cartel
Se me hace raro ver mi cara y mi nombre en un cartel y más cuando arriba se lee poesía. Yo no escribo poesía, yo no voy a leer poesía y no he publicado nada en mi vida. Pero estoy ahí, como la intrusa de siempre. A ver qué pasa.