jueves, 28 de octubre de 2010

Mordiscos de pastel: otoño

No sé por qué me acuerdo de todo esto si ni siquiera hay luna llena ni hay efemérides por medio, pero aquella noche volvía a la habitación B207 abrigada con una chaqueta sintética azul que me había prestado Georgi [empezaba a hacer frío y yo venía para un mes], las medias increíblemente intactas tras una caída provocada por las prisas cuando corría [no llego, no llego- crash- ¿te ayudo? -no no gracias -¡oh!] hacia la estación de Sihui, las rodillas [las había examinado más por no mirar a la pareja que no me había quitado ojo en el vagón casi vacío, ella emergiendo de cuando en cuando del jersey de él] teñidas de rubor de sangre, y el maquillaje [la espiral que me permitía dibujarme en la sien de vez en cuando aquel interrogante, femme fatale nº41, qué gracia] sin mácula en la máscara que no lo era tanto.

Pero entonces miré a la luna llena y no vi a los protagonistas de la leyenda tan antigua que había leído glosada de niña y que había oído contar ahora, muchos años después, sino que vi [me llaman Octubre] las horas que me restaban hasta el Airbus 507 repartidas en manchas como de llanto, y vi acabarse uno a uno los pedazos de pastel de luna: frutas, nueces, coco, sésamo y nuestras caras, las de Georgi y Koji y los demás, más satisfechas que la del gato que rondaba por un piso que podría haber sido el de cualquiera de los dos europeos que esa noche pinzábamos con palillos a Vivienne de Westwood, a Hong Lou Meng/ El Sueño del Pabellón Rojo, a Ai Wei Wei o a Starck o a las estanterías de IKEA, a Cervantes o a Murakami [ambos, todos] o a Kerouac: era un niño de papá, pensé mirando a la luna echando en falta una Instamatic como la que me había guiñado esa noche dos veces el ojo, pero siempre me acordaré de su última noche en Frisco; y entonces no sé por qué pero me entraron ganas de reír, reír porque era Medio Otoño, era la fiesta de los amigos, de los amantes, de los deseos; y es una suerte [ya no recuerdo si lloraba o reía], porque el pastel de luna, como no es sagrado, se puede compartir durante todo el año.

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