Qué fácil es [con alas rotas] dejarse caer aovillados en el lecho de plumón de las caricias si te dejan, qué cómodo es de pronto el refugio cálido de los bolsillos del otro para las manos que quieren [ateridas] ocultarse de frialdades; y con la mejilla al abrigo de la lana, rozar con las pestañas cada fibra; hasta que un parpadeo, un gesto, una palabra de más te encuentra en falta.
Y entonces [aclara el día] qué fácil y qué rápido se recomponen ropa y rostro y qué premura para enmascarar los párpados. Y qué fácil que de pronto sobre todo y falte algo, en la piel puntos de aristas y en los bolsillos las manos aún horaden frías la tierra que [sales, cenizas, espumas] a puñadas ya sepulta los restos de aquellas alas.
2 comentarios:
En un lecho extinto de plumas donde las caricias son creencias, raída la autoestima por una diosa, haces un rito de auto aversión al dar con tus yemas lo que no esperas para ti.
La espuma gorgotea, quieres desaparecer.
Muy bueno, Rosalia
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