sábado, 5 de marzo de 2011

De sedas y sombras

Llegó a amarla tanto tras aquel encuentro efímero, los cruces de palabras tras los pabellones y los mensajes furtivos en las lunas claras que llegó a temer por que los caracteres atravesaran la coraza del papel y envenenaran su piel de sílabas y máscaras.

Probó mil sustancias y transmutó cientos de especias hasta que clara, sencilla y perfecta, se le desveló la fórmula. Por primera vez en mucho tiempo, deslizó el pincel a trazo firme y ya le parecía sentir la caricia de su seda henchida entre las flores de almendro.

Pero aquel blanco roto en la carta parecía un rechazo; y el leve perfume, el de otra mujer; y lejos, muy lejos, con el rostro entre las manos, ella aún percibía cómo, junto a la acritud del papel que arde, se iba desvelando un extraño aroma ácido.

1 comentario:

basurerodetinta dijo...

Pues miento, me ha gustado. Saludos mientras mi sonrisa sangra.