De Instrucciones para una infancia alegre o Nunca desprecies la línea del bajo: Interior
sábado, 19 de marzo de 2011
Insectos de invierno
En menos de un minuto de retención de aliento Frente a la piel tierna del brazo, manos tensas, voraces [uno, dos, tres, cuatro] los picotazos del aguijón curvo. Ni siquiera sangran, sólo [testigos, señalan] ahí.
sábado, 5 de marzo de 2011
De sedas y sombras
Llegó a amarla tanto tras aquel encuentro efímero, los cruces de palabras tras los pabellones y los mensajes furtivos en las lunas claras que llegó a temer por que los caracteres atravesaran la coraza del papel y envenenaran su piel de sílabas y máscaras.
Probó mil sustancias y transmutó cientos de especias hasta que clara, sencilla y perfecta, se le desveló la fórmula. Por primera vez en mucho tiempo, deslizó el pincel a trazo firme y ya le parecía sentir la caricia de su seda henchida entre las flores de almendro.
Pero aquel blanco roto en la carta parecía un rechazo; y el leve perfume, el de otra mujer; y lejos, muy lejos, con el rostro entre las manos, ella aún percibía cómo, junto a la acritud del papel que arde, se iba desvelando un extraño aroma ácido.
Probó mil sustancias y transmutó cientos de especias hasta que clara, sencilla y perfecta, se le desveló la fórmula. Por primera vez en mucho tiempo, deslizó el pincel a trazo firme y ya le parecía sentir la caricia de su seda henchida entre las flores de almendro.
Pero aquel blanco roto en la carta parecía un rechazo; y el leve perfume, el de otra mujer; y lejos, muy lejos, con el rostro entre las manos, ella aún percibía cómo, junto a la acritud del papel que arde, se iba desvelando un extraño aroma ácido.
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